jueves, 22 de diciembre de 2016

Rogue One: Una historia de Star Wars



Reseña:

Ya llegó. Después de que el año pasado fuésemos testigos del retorno de la saga galáctica con un Episodio VII que en un principio se me antojó algo insatisfactorio, ahora le ha tocado el turno a esta película dirigida por Gareth Edwards (Monsters, Godzilla), una suerte de precuela del Episodio IV, Una nueva esperanza, y el primero de los spin-offs que Disney prometió.

Quiero aclarar varias cosas desde el principio. La primera de ellas es que Rogue One: Una historia de Star Wars me ha parecido la leche, bastante mejor que los Episodios I, II y III. La segunda es que mi punto de vista no es el típico de un entusiasta. Me explico: ¿nos acordamos del Episodio I? Por muy entusiasta que fuese, que lo soy, al Episodio I le vi carencias en su momento y se las sigo viendo ahora. Si mi postura fuese la de un entusiasta acérrimo, cosa que por desgracia suele usarse como argumento para rebatir las teorías de los que amamos la saga con todo nuestro corazón, seguramente defendería el Episodio I más de lo que lo defiendo. Y la tercera, que es evidente que cada uno busca en la saga Star Wars algo determinado, lo que afecta a la valoración que cada uno da a cada entrega en cuestión. En mi caso, lo que me ofrece esta entrega complementaria de la saga original me ha resultado plenamente satisfactorio, lo que la erige como una de las mejores películas de la franquicia.

Antes de nada, ¿qué cuenta Rogue One? El Imperio Galáctico ha terminado de construir La Estrella de la Muerte, el arma más mortífera de todas. Sin embargo, un grupo de rebeldes se enfrasca en una misión suicida consistente en robar los planos de tan temible estación espacial antes de que entre en funcionamiento...

Básicamente, Rogue One ofrece un punto de vista distinto a la hora de contar una historia que ya nos sabemos y que, más o menos, podemos intuir cómo va a terminar. Lo bueno es que no se aleja del espíritu central de la saga, concretamente de la trilogía original, por lo que los lugares comunes pueden ayudar a que uno se sienta más cómodo con esta brillante e inteligente propuesta. Los guiños son constantes, acertados y están muy bien integrados en la película. Sin embargo, a priori podemos pensar que la película no era necesaria pero, ¿y qué más da si lo que cuenta lo cuenta tan sumamente bien? Planteemos la cinta como lo que es realmente, una expansión argumental de la historia central que permite dar mayor profundidad a la misma. ¿Artefacto para sacar dinero? Pues sí... y no, pero como no acostumbro a gastármelas de tremendista en materia de cine (otra cosa ya es mi vida personal), prefiero tomármela como un punto de vista distinto que enriquece el universo expandido.

Son bastantes los aciertos que podemos ver en Rogue One, destacando entre ellos el cambio de estilo con respecto a los Episodios principales de la serie. Empieza la película, aparece el famoso rótulo azul con los cuatro erróneos puntos suspensivos y, a partir de ahí, se produce una ruptura total con lo que habíamos visto. Otro punto a favor es que se ha optado por mostrar mediante rótulos la ubicación de las principales acciones del film, lo que ayuda a que nos situemos mucho más fácilmente sin la necesidad de que ningún personaje tenga que indicarnos constantemente donde nos encontramos. Grandioso es cómo está plasmado todo el trasfondo de represión fascista en el que se desarrolla la película, aquí toda una historia bélica de raigambre clásica.  El Imperio es lo que es, y creo que en este título han sabido plasmarlo casi igual de bien que en el Episodio V, e incluso con un tono aún más oscuro salpimentado con montones de storm troopers, avanzadas, cazas y destructores imperiales que siembran el terror por toda la Galaxia. A destacar queda también la desorganización evidente de la Alianza en sus planes para desbaratar el Imperio, sin tener muy definida aún su línea de actuación.

Según se comenta en numerosos medios, ni personajes principales ni secundarios tienen carisma suficiente. ¿Los actores, tanto principales como secundarios, no tienen carisma? ¿En serio? Para mí la respuesta es clara: eso no es cierto, puesto que encontraremos más de un personaje interesante y, si acaso, deberíamos mencionar a Forest Whitaker, simplemente prescindible. Por lo demás, Felicity Jones, Diego Luna, Donnie Yen y Mads Mikkelsen están impresionantes. Me he dejado a Ben Mendelsohn a propósito, porque quería mencionar más detenidamente su papel como villano. ¡Ríete de Adam Driver, porque esto sí que es un malvado a la altura! Se trata de un auténtico general nazi que impone respeto y miedo con su mera presencia, mucho menos infantil y, por decirlo de alguna manera, menos "harrypotteriano".  Efectivo cien por cien, sin duda alguna, y mucho más acorde al tono serio que desprende la cinta, lo que no quita que, a lo largo de todo el metraje, encontremos también gags bastante ingeniosos.

Lo más llamativo y logrado de todo, con permiso de la aparición estelar de Darth Vader, son los brillantes efectos especiales y el más que sólido guión de Chris Weitz y Tony Gilroy elaborado a partir de una historia original de John Knoll y Gary Whitta. Y matizo lo de "guión original" porque el Episodio VII no era precisamente original sino, como se ha comentado en infinidad de ocasiones, un remake encubierto de Una nueva esperanza.

Hay algún punto negativo que repercute en la valoración global de este estupendo título. Por una parte, el tramo central puede hacerse algo cuesta arriba durante, digamos, unos veinte minutos. Y por otra, algún que otro añadido digital, aunque convincente en líneas generales.

En definitiva, Rogue One es la entrega más violenta y oscura de toda la saga, incluso más que los Episodios III y V. Por supuesto, en ningún instante me he sentido estafado, al contrario, ya que esperaba ver lo que me han mostrado en pantalla. Aquí tenemos una muestra de que con ganas se puede recuperar el espíritu tradicional de la saga, algo que seguramente hará las delicias de los más puristas. ¿Que cuenta lo de siempre? ¿Y? Al menos, la película se muestra capaz de innovar a la hora de contar una historia que nos podíamos imaginar y que veíamos venir, pero es que se trata de una misión suicida...



La evolución del hater

La evolución del hater

Estoy indignado de verdad. Y cada día, cada hora, cada minuto, un poco más. Parece ser que la tónica habitual que impera en los grupos y foros dedicados a hablar de Séptimo Arte es poner a parir absolutamente todo y además aludir de forma inmisericorde a aquellos que a día de hoy siguen disfrutando con alguna que otra propuesta de las que a día de hoy encontramos en nuestra cartelera. En el momento en el que escribo estas líneas me encuentro viendo Mensajero de la muerte, con el gran Charles Bronson, por lo que quiero dejar bien clara mi postura acerca de que prefiero principalmente el cine de la década de los 80 que el de hoy día, pero no por ello soy un carca ni un amargado como muchos usuarios que, por desgracia, campan a sus anchas con total y absoluta libertad, renegando de todo aquello que consideran que no se ajusta a sus cánones preestablecidos.

Aquí voy a introducir un término muy de moda, el de "hater", literalmente, un "odiador". Un hater u odiador es aquel que, por mera pose, ha de odiarlo absolutamente todo, ya sea en literatura, música o, sí, cine. El cine... ese gran maltratado arte, y no sólo por los productores, sino por muchos espectadores. De siempre ha habido un modelo concreto de espectador, ese que alardea de que "le encanta el cine" pero al que no le gusta nada. Va a ver una película de acción y salta con mil y una teorías de que lo que sale en la película no es posible. Va a ver una de terror y salta con que es predecible y poco original. Va a ver una de ciencia-ficción y te hace creer que tiene un doctorado. Va a ver una comedia y dice que es aburrida. Y así, sucesivamente. Por tanto, la pregunta es, ¿por qué va al cine entonces? Yo me baso en el bautizado por mí "argumento del imbécil". Si gasta dinero de forma constante en algo que no le gusta es, literalmente, un imbécil. Y créanme, hay mucho imbécil suelto. Demasiado... Este modelo de imbécil es molesto aunque soportable, ya que aunque no le guste lo que ve no es excesivamente pesado intentando imponer su criterio. El problema viene cuando ese imbécil se convierte en tocapelotas. Aquí ya cambia la cosa, puesto que el imbécil tocapelotas siempre creerá que él tiene la razón en todo y, por ende, te intentará convencer de que él (o ella) es el que posee la verdad absoluta alegando que tú no tienes ni puta idea. "Reconoce que tus gustos son una mierda", "Qué mal gusto tienes, no me jodas" o "Reconoce que no tienes ni puta idea de cine" podrían ser tres frases recurrentes que se amoldarían a la manera de entender la vida de este formato de especímenes. No son paranoias mías, esas frases han sido pronunciadas alguna vez. De hecho, conozco (o he conocido) diversos especímenes que podrían situarse en esta categoría. Tampoco es cuestión de dar nombres ya que, si bien creo que con este artículo va a arder más de uno, no quiero otorgarle a nadie el placer de señalarme con un dedo acusador.

Dicho esto, me remito al perfil Boyero. Ya sabemos todos quién es Carlos Boyero, no hacen falta presentaciones. Ahora bien, ¿reporta algún tipo de placer cinéfilo, o cinéfago, su postura constante de "no me gusta nada y todo me parece una mierda"? Aunque, por lo menos, no intente adoctrinar a nadie, debe de ser agotador ser como él, en serio. No obstante, no considero justo para él enmarcarle en el grupo de los imbéciles tocapelotas porque, al margen de que pueda o no ser un amargado (no lo sé porque no he tratado nunca con él), se dedica a eso y se limita a dar su opinión. Más agotador debe ser pasarse el día encabronado haciendo una labor que no reporta ningún beneficio económico como es el caso de los cientos y cientos de bloggers que se dedican a masacrar sin pudor el trabajo ajeno. Vamos a ver, criaturillas, ¿tanto placer anal os da el hecho de poner a parir cualquier película, sólo por el hecho de ganar lectores sembrando la polémica? Que no ganáis un duro, coño, dejad de joder la marrana. Detrás de la elaboración de una película hay gente que quiere comer, por eso hacen su trabajo. ¿Cómo nos sienta a nosotros cuando nos dicen que nuestro trabajo es una mierda? Mal, ¿verdad? Pues apliquémonos el cuento, y no critiquemos encima si no hemos pagado por lo que consumimos. En base a esto, no me queda más remedio que incluiros en una subcategoría del imbécil tocapelotas, el de "quiero y no puedo". Es decir, aquí todos sabemos de cine, todos somos los más listos, pero o bien no hemos estudiado cine como tal o directamente no hemos estudiado nada. Pero sí, queda genial atacar no sólo el estreno de la semana, que en muchos casos se consigue de manera ilegal a través de una descarga de la Red (blogs sospechosos los he leído ya a montones), sino también a aquellos espectadores que sí que disfrutan de verdad con el cine, y me refiero al cine en todas sus vertientes. Porque, desde luego, el espectador aficionado que siente pasión por el cine, os aseguro que no va a degüello como hacen muchos, no va a buscar cualquier pequeño fallo que pueda tener la obra en cuestión sólo para destrozarla. No va a buscar micrófonos que se cuelan en el encuadre, no va con la novela en la mano cuando se trata de una adaptación al cine, no va a buscar verosimilitud si la película trata de cocodrilos asesinos, no va a buscar realismo en una cinta de acción rollo Van Damme, no. Rotundamente no. Si estamos hablando de alguien que sí hace eso, señoras y señores, estamos hablando de un grado de imbecilidad superior.

Por supuesto, muchos imbéciles muestran además un perfil obsesivo, persiguiendo sin pudor alguno a aquellos aficionados que defienden sus ideas a capa y espada para intentar derribarles en constantes combates verbales (y digo verbales porque en más de una ocasión las ganas de arrearle una buena hostia a tu oponente son bastante grandes). En este caso, pongo de ejemplo una curiosa anécdota que me ocurrió en mis tiempos de Universidad. Corría el año 2003 y los enfados constantes sobre la saga Matrix y la "poca idea" que yo supuestamente tenía ya empezaban a hacer mella en mí. Cuando se estrenó la tercera entrega, Matrix Revolutions, una tal Inmaculada (creo recordar que se llamaba así) se tiró como media hora buscándome por los pasillos de la Facultad de Biología para venir a decirme una frase repetitiva y asfixiante: "qué mala es, pero qué mala, pero qué mala es". Repitió la frase, profunda como podéis apreciar, hasta siete veces. Y no, no exagero. Ante semejante ataque verbal yo le repliqué, "a mí me ha gustado, me lo pasé muy bien, no me parece mala en absoluto". Sin embargo ella contestó: "es mala". ¿Notáis la diferencia? ¿Merece la pena dialogar con esta clase de borregos impositivos? Pues claro que no merece la pena, pero es que se juegan a pulso que quieras soltarles una buena bofetada. Por supuesto, la persecución duró meses y yo ya no sabía ni qué contestar, tan sólo pasaba de ella y a otra cosa. Aparte de ese perfil obsesivo, muchos haters van de cultos, siendo aquellos que reniegan de cualquier tipo de cine que no sea el centrado en la denuncia social, como por ejemplo, el fantástico en su sentido más amplio (ya que hay mucho cine de denuncia dentro del género fantástico) o ese que cree que siempre es mejor leer un "buen libro" antes que ver una película, aunque el libro que tenga entre sus manos sea un best-seller de baratillo para cerebros enajenados. Por supuesto, hay espectadores de todo tipo, desde los que sólo degustan las películas románticas de factura alemana que La 1 nos ofrece todos los fines de semana o los telefilms clónicos de Antena 3, hasta los que devoran serie B, serie Z, trash, cine comercial o cine independiente. Hay de todo, pero esto no los hace mejores que otros, algo que a muchos aficionados de pacotilla se les olvida, especialmente a aquellos que consideran una pérdida de tiempo el mero hecho de ver Anaconda, Desaparecido en combate, Delta Force, Soldado Universal, Hellraiser o un largo etc. de títulos enmarcados en diferentes categorías pero que se encuentran alejados de las consabidas obras maestras que todo el mundo conoce. Sí, todos somos muy listos, a excepción de los haters, o imbéciles, que aquí dejo ver.

Aparte de los blogs especializados dirigidos por auténticos artesanos del odio, estos seres indeseables se pueden localizar también en diversos foros o grupos de las Redes Sociales (Facebook, por ejemplo) en los que vomitan sus intransigencias diarreicas como si no hubiese un mañana. Pero es que la desgracia no acaba ahí, qué va, la pena es que muchos de estos imbéciles no saben ni siquiera escribir, arreando coces constantes al diccionario. No quiero meterme en terrenos excesivamente pantanosos porque todos podemos pecar en algún momento y cometer alguna falta ortográfica pero, por favor, basta ya. Lo realmente indignante es la utilización de coletillas como "pese a quien le pese". Con semejante conjunto de palabras queremos dejar claro que nosotros somos los que tenemos la verdad más absoluta de nuestra parte. Eso me remite al sonado estreno de la última película de Zack Snyder, Batman v Superman: El amanecer de la justicia, cuando un usuario de Facebook aludía a los "defensores de DC" y su "vista nublada", algo que les impedía ver que "BvS no era una buena peli". Bien, pues para un servidor ese título roza prácticamente la maestría más absoluta, y nadie me convencerá de lo contrario. Es más, tampoco se me verá a mí intentando convencer a alguien que no le ha gustado de que está errado. Esa es la diferencia entre un imbécil de pro y yo.

Mi reflexión final es que ya bastantes problemas tenemos ya en el mundo y en la vida como para discutir por algo que se supone que es para alegrarse y pasar un muy buen rato, o incluso para llenarnos el alma, como es mi caso. Pero en vez de eso, hay quienes prefieren vivir encabronados constantemente actuando como auténticos fascistas que pretenden imponer su criterio  y que, si alguien se les contrapone, automáticamente le tachan de inepto. Pues bien, estoy hasta los cojones, así lo digo. Estoy harto de que en medios como Aullidos, Abandomoviez, Filmaffinity y en cualquier recoveco ya mencionado de las Redes Sociales o en cualquier infecto blog, siempre haya alguien que tiene que terminar por descalificar a los demás cuando sus formas de pensar son contrarias. Por este motivo vivíamos mejor antes, en la era de la desinformación, donde la única forma de opinar era a través de las cartas de los lectores a revistas especializadas en el tema. Y ya, no había interacción, no había más historia. Pero no, ahora siempre hay que opinar y sinceramente, estoy muy pero que muy harto de los cinéfilos de pacotilla, entre los que incluyo a los cinéfilos tecnológicos, un concepto que comparto con mi amigo, compañero cinéfago, cinéfilo y reseñista Gerardo Medina Pérez (del blog Cinéfagos Anónimos). Siento ser tan claro, pero es verdad. No puedo soportar la constante falta de decoro hacia mi persona, o la de cualquier semejante, cuando se insiste de forma reiterada en que me/le gusta la basura. Sí, me gusta el cine basura, la serie Z, la serie B y la serie A. Es decir, me gusta el cine en su conjunto y si a ti, querido lector, te gustan los telefilms de Antena 3, voy a dejarte vivir sin problemas. Yo no soy como el colectivo enfermizo que detesta las secuelas de Matrix. No, yo no soy de esos, yo soy normal y educado, no un mísero cretino que piensa que su verdad es la única. En este sentido, si yo administrarse un grupo, cosa que de hecho, hago, no toleraría ningún comentario de esa índole. Censura preventiva contra la estupidez, señores.


Ah, sí, una recomendación de buen samaritano: Si vais a vivir encabronados, ¿no os compensa dejar el cine? Pensadlo, es importante.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Confundiendo términos: ¿Pornografía o erotismo?

El artículo que vengo a comentar esta mañana es uno escrito por Luigi Landeira y publicado en El País el 18 de noviembre de 2016. Textualmente, el artículo comienza así: Cuando el crítico de arte Roland Penrose le preguntó a Picasso qué opinaba de la distinción entre erotismo y pornografía, éste le contestó: “Ah, ¿es que hay alguna diferencia?”. Y es que las fronteras entre ambos géneros son tan difusas que muchas veces llevan al espectador a confundirse.

Con esta vaga premisa, el autor se permite el lujo de soltarnos a continuación un discurso moralista pésimamente disimulado en el que comete el terrible pecado de confundir churras con merinas, englobando un buen puñado de títulos de alta carga erótica en el género pornográfico sin orden ni concierto alguno. Señor mío, si usted se va al Diccionario de la lengua española, verá que el término pornografía se refiere a:

1. f. Presentación abierta y cruda del sexo que busca producir excitación.
2. f. Espectáculo, texto o producto audiovisual que utiliza la pornografía. Prohibieron la venta de pornografía en los quioscos.

Que yo sepa, por mucha carga sexual que tengan cualquiera de las películas presentadas en este listado, ninguna puede compararse, a excepción quizás de Calígula y Nymphomaniac,  a títulos como Millionaire, Orgy at the Villa, Cleopatra, DownWard Spiral, Barcelona Sex Secrets, The Whore of Wall Street, y un largo etc. que sí pueden entrar en la categoría de pornográficos. Por ende, y esto es una recomendación personal que usted puede seguir o no, tenga claro el concepto de algo que quiera presentar en un artículo, aunque con él tan sólo busque la polémica gratuita. Eso sí, veo que aquí también se confunden términos, ya que no pocos de los títulos mostrados provocan sonrojo más que excitación.

He de aclarar que para mí esto no es un artículo de opinión, ni siquiera entra en la categoría de "opinión personal válida" porque no se apoya en hechos fehacientes y demostrables. No me sirve como tal. Creo que a la hora de tocar un tema tan sensible como el de la pornografía, hay que ser más riguroso y no ir de mojigato, cosa que me parece curiosa en un diario supuestamente de izquierdas, aunque visto lo visto tampoco me sorprende tanto a estas alturas. Es más, poco puedo esperar ya de un diario que lleva más de treinta años atacando salvajemente el cine de género y cometiendo contra él toda una campaña de desprestigio. No hay más que darse un paseo por su hemeroteca para encontrar críticas (es un decir) de su cambiante plantilla cargadas de odio, mojigatería y propaganda de adoctrinamiento. Si quieren sacamos a relucir el retrógrado artículo que publicaron en 1985 en referencia a la segunda entrega de Rambo ("Rambo', una forma peligrosa de hacer dinero), a ver si eso puede ser considerado como buen periodismo...

Aunque, claro, ante el panorama que tenemos en el cual se aprovechan los medios de gran difusión para moldear el cerebro de las grandes masas, no me extraña nada que escritos de este calibre vean la luz, como tampoco me sorprende que se confundan términos hasta el punto de condicionar qué títulos van destinados a salas comerciales. En este sentido, Saw VI tuvo mil y un problemas para ser estrenada, cosa que logró un año después, tras haber recibido una absurda calificación X. Sin embargo, Anticristo, de Lars Von Trier, y además comentada en el artículo que ha dado pie a todo este discurso que he soltado, pudo verse sin problemas a pesar de contener escenas gráficas como una penetración o mutilaciones genitales en primer plano. Absurdo.

Ahora bien, en resumidas cuentas mi consejo es que este señor se siente en su sofá a ver una película pornográfica de verdad, cualquiera de las que yo he citado anteriormente le podría servir. Porque el porno, a pesar de ser algo sano y divertido si se consume con moderación, es aquel en el que se ven de forma explícita todo tipo de prácticas sexuales (repasemos la definición del principio del artículo). Puede que sea más o menos extremo, y puede gustar o no, al igual que ocurre por ejemplo con el cine de terror. Pero, ¿meter en el saco del porno todos estos títulos? Directamente, se nos está llamando idiotas en nuestra cara, tal cual. Por tanto, me enfada bastante el hecho de que este tipo de artículos difamatorios y llenos de corrección política vean la luz. Vea porno, señor, y disfrute sin prejuicios, aunque visto lo visto, con la pretendida lección de cine que ha querido darnos, queda claro que le falta más de un hervor.

Podéis leer el artículo original pinchando en el siguiente enlace:

http://elpais.com/elpais/2016/10/10/icon/1476107274_377659.html?id_externo_rsoc=TW_CM

domingo, 29 de mayo de 2016

Nocturna 2016: Cold Moon



Director: Griff Furst

Reparto: Stephanie Honoré, Christopher Lloyd, Robbie Kay, Rachele Brooke Smith, Frank Whaley, Tommy Wiseau, Josh Stewart, Candy Clark.

Reseña:

El incombustible Griff Furst, director y actor, sigue sin dar su do de pecho a pesar de que aquí entrega uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. Si analizamos detenidamente la carrera de este joven veremos que tras él hay una larga colección de títulos destinados al mercado del vídeo y la TV por cable. Responsable de engendros para la Asylum como la deplorable y desternillante Universal Soldiers o la aburrida I Am Omega, también le debemos títulos como El tiburón del pantano, Mandíbulas 3, Tiburón fantasma y Caimanes mutantes. Aparte, su trabajo como actor es también bastante amplio, habiendo aparecido en películas como Focus o Terminator: Génesis.
Pero a lo que vamos, Cold Moon es, como decía, su cinta más correcta y más para "todos los públicos", por decirlo de alguna manera.

¿De qué trata? En la pequeña localidad de Babylon, Florida, una joven es asaltada por un misterioso individuo encapuchado. Tras dar muerte a la chica, el encapuchado  lanza su cuerpo a las negras aguas del río Estigia, casualmente el mismo lugar en el que sus padres desaparecieron de su barco en la década anterior. El banquero del pueblo y su acaudalado padre son los principales sospechosos del crimen...

La película adapta una novela de Michael McDowell, guionista de Bitelchús y Pesadilla antes de Navidad y, la verdad, se queda a medio camino de todo, pese a que lo que cuenta puede resultar más o menos curioso. Cold Moon supone un entretenido pastiche de conceptos, géneros y subgéneros, entremezclando el thriller campestre con el terror sobrenatural y el drama familiar. El problema es que no termina de acertar del todo, ya que el guión, principal punto de conflicto del film, no tiene muy clara la dirección a seguir, lo que trae como resultado una película inconexa, confusa y mejorable. Es más, cuesta seguir la película debido a este farragoso guión, el cual encierra fallos tan importantes como el hecho de que no sepamos qué lugar ocupa más de un personaje hasta que el contador no alcanza más del minuto cincuenta, o que no sepamos realmente de qué trata la historia hasta bien tarde. A todo esto hay que añadir la dirección de Furst, salpicada de esos tics que caracterizan el cine que hace, es decir, planos tan cerrados y breves que no te permiten vislumbrar lo que ocurre alrededor de los personajes, secuencias que requieren acción resueltas en dos segundos, etc.

No obstante, no todo es negativo, ya que esa incertidumbre y falta de dirección del libreto puede incluso jugar a favor de la película al contar con algún giro argumental que permite un replanteamiento completo de lo visto anteriormente, dando ya a conocer cuáles son las verdaderas intenciones de los mugrientos y pringosos espectros. Por ende, reivindico la idea que intenta transmitir la película acerca de la locura y pérdida del control de la situación de uno de los personajes principales.

Sin duda, lo mejor de Cold Moon, ya que empieza de una forma bastante potente, y las breves apariciones del asaltante encapuchado resultan francamente turbadoras. Aparte, los escenarios rurales en los que se desarrolla la historia resultan sobrecogedores y junto con la soberbia ambientación son, con diferencia, lo mejor de la película. De acuerdo que el espectador tiene cierta sensación de desasosiego transmitido por la abuela y hermano de la joven asesinada, pero no es suficiente para que el visionado de la cinta suponga una experiencia realmente satisfactoria.

No se merece una mención especial ninguna de las actuaciones, salvo quizás las de Frank Whaley y Josh Stewart, correctos y entregados a su labor, pero poco más. La presencia de Christopher Lloyd es meramente anecdótica y supone un toque cómico de naturaleza involuntaria. Además hay que añadir ciertos momentos con altas cotas de delirio que invitan a la carcajada. Si esto es bueno o malo, ya depende del estado de ánimo en el que se encuentre el espectador.

En resumidas cuentas, Cold Moon es un ejercicio de suspense y terror que se ve con agrado, aunque no supone ni una reinvención de ninguno de los dos géneros ni tampoco va a perdurar en el recuerdo salvo por tratarse de lo mejor que ha hecho su director en toda su carrera.


Nota: 5/10

sábado, 28 de mayo de 2016

Nocturna 2016: Disco Inferno (C)


Disco Inferno (C)

Director: Alice Waddington

Reparto: Olivia Baguvi, Yibing Cao, Cova de Alfonso, Victor Granado, Mikeka Nshimbi, Ana Rujas, Aitana Sánchez-Gijón, Alice Waddington.

Reseña:

Haciendo honor a uno de los mejores profesores que tuve durante la carrera, voy a describir de forma precisa, breve y concreta lo que me ha parecido este cortometraje escrito y dirigido por Alice Waddington.  ¿Qué pretende contar? Una funcionaria infernal tiene la misión de rescatar a su jefa, pero el Diablo no está dispuesto a volver a su rutina diaria... ¿Lo cuenta bien? Pues no, porque todo se reduce a un compendio de imágenes impactantes y poco más, en un producto que pretende ir de profundo y provocador y se queda en la nadería alucinógena más sonrojante que he podido ver  en una pantalla. Aburrido, mediocre, absurdo, este trabajo de 12 minutos que se hacen eternos sólo me sirve para confirmar que la mayoría de los cortos que se realizan a día de hoy no dejan de ser mera técnica de escuela, exclusivos vehículos de lucimiento para que sus implicados demuestren lo bien que se han aprendido la lección, sacrificando una historia coherente o que enganche un mínimo.

Lo que es realmente triste es que los presupuestos más o menos holgados estén al servicio de obras tan pretenciosas, pomposas y absurdas como esta. Si este es el terreno en el que tiene que moverse el cortometraje de terror, conmigo que no cuenten. Y sí, pocas veces uso esta expresión, pero su visionado fue un sopor y un auténtico sufrimiento. Vergonzoso es quedarse corto, aunque no tanto como proyectarlo en inglés sin ningún tipo de subtítulo. Muy delicados al no contar con aquellos que no dominamos el idioma. Y gracias por contar Aitana Sánchez-Gijón en vez de con muchos de los actores que están a la espera de su oportunidad. Por eso, y por todo, gracias, de todo corazón.


Nota: 2/10 (en honor al brillante trabajo de fotografía).

discoinferno

viernes, 27 de mayo de 2016

Nocturna 2016: Summer Camp

summercamp


Director: Alberto Marini

Intérpretes: Diego Boneta, Maiara Walsh, Jocelin Donahue, Andrés Velencoso, Mark Schardan, Rick Zingale, Xavier Capdet

Reseña: 

He de decir que mi primera incursión en Nocturna 2016 no ha podido ser más grafiticante. Summer Camp es el debut en la dirección de Alberto Marini, guionista de títulos como las estupendas Mientras duermes y El desconocido, y la decepcionante Extinction.  A su vez, la película cuenta con Jaume Balagueró como productor ejecutivo.

¿De qué trata? Summer Camp cuenta la historia de cuatro jóvenes estadounidenses, que se apuntan como monitores a un campamento de verano en España. A su llegada al campamento, una rara infección que causa ira extrema desencadena una oleada de terror, sadismo y locura, lo que determinará el inicio de una carrera a contrarreloj para encontrar la fuente del contagio y poder salvar sus vidas.

Bueno, vamos a ver, hay que ser claros, no se trata de una película original, ni muchísimo menos, o al menos no es original en cuanto a lo que ofrece en primera instancia. Es más, el guión no es más que un pastiche de títulos que ya nos sabemos de memoria. De hecho, a tenor de la sinopsis mostrada en el párrafo anterior, es inevitable que se nos vengan a la mente películas como 28 días después (y secuela), Cabin Fever, [REC] (en una versión más afortunada que su lamentable cuarta entrega), etc. Tampoco me parece de recibo dar más referencias para no reventarle esta broma a nadie, pero ahí hay otro buen puñado de títulos que esta película homenajea, o directamente saquea. Entonces, ¿qué tiene de gracioso este verbenero producto? Pues eso, su gracia, su salero y sus desprejuiciadas dosis de humor negro como el tizón.  Y, además, la estructura narrativa del guión es magnífica, ya que sabe dosificar la acción, el terror y las sorpresas de la manera más adecuada, sin saturar la función con diálogos imbéciles como ocurre en muchas ocasiones. Es más, la película no se anda con rodeos, es sincera y honesta con el espectador, dejando bien claras sus intenciones prácticamente desde los primeros minutos. En este sentido, el espectador no pierde ni un momento el interés por lo que se le cuenta y, pese a lo trillado de más de una situación, al final, éste acaba sorprendiéndose. Esto se debe a que, en un alarde de ingenuidad pseudocientífica, el libreto introduce un par de ideas novedosas (que pienso dejar para que cualquier potencial espectador descubra) que hacen que el visionado de esta completita cinta de terror sea toda una experiencia.

Puede que no nos encontremos ante una gran película, pero es que tampoco es necesario, ya que estamos hablando de género fantástico, el cual se mueve en un terreno regido por otras normas mucho más liberales y permisivas que las del cine convencional. De esta manera, para exigir, ya están otros títulos, pues este deja bien claro que aún se puede realizar terror palomitero, entretenido y apreciable. El filme está protagonizado por Maiara Walsh (Los muertos del hambre), Diego Boneta (Scream Queens) y Jocelin Donahue (La casa del diablo, sí, de mi querido Ti West).

Un título a tener en cuenta, brutal, sanguinolento, rodado de forma impecable a pesar de algún que otro fallo perdonable, y en el que se nota la mano de Balagueró.

Nota: 7/10.

jueves, 26 de mayo de 2016

Nocturna 2016

Como muchos aficionados al fantástico ya sabrán, esta semana se está celebrando el Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid, NOCTURNA 2016. Y allí va a estar Peibolster en Cinemascope. Como la vida de cada uno es un compendio caótico de experiencias y obligaciones, no podré asistir más que a unas poquitas películas (Summer Camp, Cold Moon), alguna aún por determinar, que tendrán su oportuna reseña, y al estreno del nuevo cortometraje del director Sergio Morcillo (Tus gritos me dan risa, M is for Metamorphose), titulado You're gonna die tonight.


Os invito a participar en esta nueva edición de este divertido festival, donde volver a ver caras conocidas e intercambiar opiniones sobre cine fantástico siempre es un placer.

Todo lo que necesitáis saber está aquí: http://www.nocturnafilmfestival.com/


martes, 19 de abril de 2016

El eterno problema de las redes sociales y la intransigencia del ser humano




En vista de lo ocurrido en las redes sociales estos últimos días, he llegado a una conclusión: el ser humano no tiene remedio y, salvo excepciones, que las hay, es incapaz de socializar sin terminar atacando a sus semejantes. Al final cualquier punto de reunión, ya sea un trabajo, un gimnasio, un bar, el transporte, todo, acaba trayendo desgracias consigo. Precisamente por eso, porque los seres humanos llevan en su impronta ese instinto para destruirse entre ellos.  Lo vemos todos los días gracias a nuestros políticos. ¿Se molestan en preocuparse un poco por el ciudadano o simplemente se limitan a tirarse piedras y dardos envenenados unos a otros? Pues con las redes sociales y los grupos dedicados al cine que en ellas podemos encontrar pasa exactamente lo mismo. 


El cine siempre ha sido un punto de conflicto entre personas. Y la pena es que yo, al igual que muchos otros aficionados a ese placer que es el séptimo arte, llevo años y años tragando basura. Ya en mis tiempos de universidad recuerdo como el mero hecho de discrepar de la mayoría era un motivo para que fueses atacado de manera inmisericorde por un puñado de individuos pseudointelectualoides que se creían los amos del Universo y los poseedores de la verdad absoluta. ¿Qué verdad absoluta va a tener un simple estudiante? Evidentemente, ninguna, porque está en pleno desarrollo de sus conocimientos, al igual que el resto de personas de este planeta. Porque la verdad absoluta no existe, señores. Y, volviendo al mundo académico, doy fe de que el "garrulismo universitario" se ha incrementado de sobre manera en los últimos diez años, aún siendo ya bastante alto en el tiempo en el que cursé mi licenciatura. Pero vamos, que ignorantes los hay por todas partes y en todas las épocas, dan igual los años que corran. Desmarcarse del resto siempre ha sido un problema, en todos los campos, y por desgracia en materia de aficiones, esa ley también se cumple. ¿Vas a tener que justificarte ante los demás por disfrutar de películas desprejuiciadas como Blade, toda la parafernalia derechista de Chuck Norris, el cine de Van Damme, las comedias descerebradas tipo American Pie o Porky's, el cine de terror sanguinolento o la ciencia-ficción en todas sus vertientes? Es lo que yo he hecho siempre de forma errónea. Supongo que a muchos otros les habrá ocurrido algo similar y, sinceramente, hay que poner fin a esta situación. ¿La solución? Pasar de los demás y de sus comentarios, ya sea en una conversación cara a cara o tras un teclado en las redes sociales. Y depende de qué redes, ya que hay algunas en las que es mucho más fácil el acceso de las autoridades y en las que uno ha de contenerse mucho más en lo que dice. Es la única solución, de verdad. En este sentido, guardo un recuerdo de hace décadas en el que cierta persona se me tiró al cuello por cometer la osadía de decir que me gustaba la película Aullidos, de Joe Dante. "¿Cómo te puede gustar Aullidos?, vaya título, Aullidos, yo veo Aullidos en el video-club y no voy a cogerla... Aullidos". Semejante retahíla de palabras en tono de mofa no evidencian más que una repugnante y despreciable ignorancia pueril y atrevida. Despreciar de semejante manera una de las obras cumbre del cine dedicado a la licantropía significa, simplemente, que la persona que vomitó semejantes palabras adolecía de un serio problema de ombliguismo e intransigencia, además de una notable falta de formación cinematográfica. Y es ahí donde quiero llegar precisamente, a la ignorancia pura y dura, uno de los mayores problemas de la Humanidad. Como todos sabemos, o deberíamos saber, la ignorancia es la falta de formación o conocimientos, así como el hecho de ignorar o desconocer algo. Así mismo, un ignorante es aquel que desconoce o ignora cierta cosa, o el que carece de instrucción o conocimientos. Ser ignorante no es malo. Yo mismo soy ignorante de muchas cosas, porque mi formación (no sé si por fortuna o por desgracia) ha ido encaminada al mundo de la ciencia y, en cuanto a conceptos básicos se refiere, creo que tengo unas nociones suficientes como para no ser considerado ignorante en ese ámbito. Tampoco soy ignorante en cuanto a cine, ya que el hecho de llevar desde antes de los doce años consumiendo séptimo arte me separa bastante de ello. Y, a todo esto, ¿qué es el cine? Podemos encontrar su definición en Wikipedia o en cualquier diccionario de consulta (y seguramente mucho más fiable). Cito, textualmente: El cine (abreviatura de cinematógrafo o cinematografía) es la técnica y arte de proyectar fotogramas de forma rápida y sucesiva para crear la impresión de movimiento, mostrando algún video (o de película, o film, o filme). La palabra «cine» designa también a las salas de cine o salas de proyecciones en las cuales se proyectan las películas. ¿A que no es complicado? Si nos ajustamos a esta definición, cine es El Padrino, American History X, Lo que el viento se llevó, Apocalypse Now, Ciudadano Kane, Psicosis, Los pájaros, Melancolía, Mullholland Drive, Los intocables, American Pie, Alone in the Dark, 2001, El planeta de los simios, La vida es bella, El árbol de la vida, Terror en Amityville, House of the dead, Maniac, Suspiria, El guerrero americano, Desaparecido en combate... y un larguísimo etc. de ejemplos que vienen a decir que en ningún momento en la definición de cine entra el término "calidad", término que se emplea igual de mal que cine. La calidad es el conjunto de propiedades inherentes a una cosa que permite caracterizarla y valorarla con respecto a las restantes de su especie, y que yo sepa, en ningún momento se lee algo similar en la definición de cine. Eso deberían aprender aquellos que señalan a los demás diciendo eso de "yo sé más de cine que tú", "tú no tienes ni puta idea de cine" y un larguísimo etc. de combinaciones nacidas de las intransigentes mentes de los habitantes de este planeta en vías de extinción. Todo esto ha sido el pan de cada día durante los últimos 25 años de mi vida, y ya gasto 33 en el momento de escribir estas líneas. Pues bien, me reafirmo en que el problema principal del ser humano y sus malditas redes sociales es, cómo no, la ignorancia, además de la mala educación y las ansias de putear al prójimo.

Y es en esos malditos grupos de las redes, y en concreto de ese pozo de mierda que es Facebook, donde se van a reunir la mayor parte de los seres destinados a hacer el mal en cuanto a materia cinematográfica se refiere. Y debido a esto muchas veces se han de aguantar improperios e insultos cuando uno comete el desliz de discrepar de otro. Aquí entra en juego un número bastante cuantioso de grupos en los que sus participantes no es que sepan poco de cine, es que directamente no tienen ni puñetera idea. Esto no sería problema si cada uno de esos miembros mostrasen algo de humildad pero por desgracia esto no es así. Además, la mayoría de estos grupos van destinados al cine de género, incluyendo terror, ciencia-ficción y similares y, pese a ser los géneros más atractivos para el fan, también son los que más atraen a garrulos e indeseables. Esto es un hecho contrastado y no hace falta que de pruebas aquí puesto que puede comprobarse de una forma tan fácil como es entrando en cualquiera de esos grupos. Esto me lleva a cuestionar las acciones de los moderadores en estos grupos. Antiguamente, la forma que los internautas tenían de interaccionar era a través de los foros, aquellos bonitos foros en los que cualquier salida de tono era cortada de raíz. Es aquí, en este punto, donde deberíamos reivindicar la figura de dicho moderador y sus competencias. La gente, por desgracia, ha de estar controlada en cualquier ámbito, y en el caso de las redes sociales, el moderador debe actuar reprimiendo cualquier atisbo de falta de respeto o muestra de ignorancia atrevida. Sí, es así. Al igual que en estos grupos cualquier participante que tuviese muestras reiteradas de no tener ni idea de lo que esté hablando sea expulsado de forma tajante. Para no volver.

Por otro lado, se encuentra otro problema serio: la negatividad. En este sentido, triunfan infinidad de blogs y webs en la que prima, por encima de todo, la necesidad imperiosa de ofender y transmitir esa asquerosa sensación de negatividad. Digo yo que, si el cine es tan malo, ¿para qué demonios se insiste en él? Tal vez, sólo tal vez, si se tuviese una mente más positiva en cuanto al séptimo arte y uno se preocupase de los problemas realmente importantes de la vida no tendríamos que soportar párrafos y párrafos de despotriques y muestras de frustración que no llevan más que a esa sensación arraigada de crispación.

Este artículo es pesimista al máximo, soy consciente de ello, pero no puedo inclinarme hacia otra postura al ver lo que veo en las redes todos los días. Gente que se insulta por tonterías, gente que intenta aprovecharse de los demás a golpe de estafa, individuos que difaman y alardean de la enorme cantidad de ficheros que alojan en sus discos duros, personajes de dudosa salud mental que insultan a todos aquellos que no compartan su opinión o amenaza por el mero hecho de discrepar no me lleva a albergar precisamente esperanzas en la Humanidad.

Y con Facebook la mayoría de experiencias son así, a no ser que te encuentres con el grupo adecuado y encuentres a gente que realmente merezca la pena.

miércoles, 6 de abril de 2016

Ay, pirata.


Hoy vamos con un tema candente, señores, alejando de la crítica cinematográfica pero, sin duda, de elevado interés al estar en estrecha relación con el mundo del cine. Se trata de un asunto un tanto peliagudo sobre el que se está hablando muchísimo en las redes sociales, especialmente en aquellos grupos relacionados con el cine y el coleccionismo de soportes físicos como el DVD o el Blu-Ray. Me refiero, como ya la mayoría de los interesados en mi post se habrán dado cuenta, al tema de las "supuestas" ediciones piratas que están, "supuestamente", poblando nuestro mercado videográfico nacional. Antes de proseguir, quiero dejar bien claras varias cosas. La primera, y creo que la más importante, es que yo no soy un dedo acusador y con este artículo se pretende, no informar sobre qué ediciones son o no "supuestamente" carentes de licencia de distribución, sino dar a conocer la postura de servidor en uno de los diferentes puntos clave que tiene este asunto (y remarco lo de "supuestamente" porque yo no soy la ley y además creo en la presunción de inocencia.  Segundo, cada uno es libre de opinar, como con todo lo demás. Tercero, tampoco voy a liarme demasiado y no me voy a mostrar ni indignado ni complacido, sino completamente neutral. Cuarto, todo lo que expongo aquí nace de los conocimientos adquiridos al llevar tiempo leyendo sobre el tema. Y quinto, en este enlace podéis leer un interesante artículo al respecto, en el que queda bien claro que el problema no es sólo de España: http://www.brentonfilm.com/articles/beware-of-pirates-how-to-avoid-bootleg-blu-rays-and-dvds

Me resulta curioso cómo muchos usuarios que hasta hace bien poco han consumido cine "supuestamente" sin derechos ahora han desarrollado su propia cruzada personal contra cierto grupo de editoras y se atreven a dar discursos de moralidad. Demagogia pura, señores. También entra en el mismo saco aquel colectivo que se atreve a afirmar tajantemente que nunca ha descargado nada de la red. Y de ese grupo conozco a cuatro. La rabieta general que hay en el ámbito videográfico viene de lejos, como mencionaré algo más adelante, pero se ha alcanzado un punto máximo con las declaraciones de Don Coscarelli, director de la saga Phantasma, en las que mostraba su malestar por las ediciones "supuestamente" sin licencia que había en nuestro país. Es decir, que ninguna de las tres películas hasta ahora editadas, Phantasma, Phantasma II y Phantasma III: El pasaje del terror, contarían con licencia para su distribución y venta. Esto lo dice él, el propio director, así que supongamos que sea verdad. Yo no lo sé. Evidentemente, si alguien vende algo que yo he hecho y no veo un duro pues me molesta. Así que en eso he de dar la razón a Coscarelli pero, ¿se ha preocupado él por satisfacer al mercado español? ¿Y algún otro? Durante mucho tiempo, lo único que hemos podido conseguir de su querida saga de Phantasma han sido los VHS cutres editados por Manga Films y BMG, que tenían una calidad de imagen deleznable, el DVD de la primera Phantasma editado por Manga para las colecciones Alucine y Calle 13, en formato recortado 4:3, y el lamentable DVD de la cuarta entrega editado por Filmax, sin ninguna clase de subtitulado. ¿Dónde está la bonita edición de esfera con algún tipo de subtitulado español o audio castellano? Aquí, desde luego, no.  Y han tenido años y años para poder editar algo en condiciones. Por otra parte, el hecho de que haya ediciones sin supuesta licencia en territorio español no me hace pensar que eso vaya a repercutir en que no vayamos a ver el estreno en nuestro país de la primera Phantasma restaurada en 4K, porque no íbamos a verla de ninguna de las maneras. Y el que tenga acceso a ella será aquel que pueda gastarse el dinero en una pantalla que emplee esa tecnología, la busque en el extranjero y sepa mucho inglés. O aquel que sea amigo de Coscarelli y se la regale. Y con esto pasa como con otro buen puñado de películas. Ahora resulta que todas ellas iban a tener edición... y yo me lo creo, ¿no? Es una pregunta, ¿me lo creo? Pues yo me respondo que no, no me lo creo.

El mercado español, como España en sí, lleva sumido en la miseria desde siempre, y ahora no es que vaya a peor, es que queremos hacer algo cuando ya estamos sumergidos en el problema. Con esto sólo pretendo decir que si nos vamos a quejar por algo, lo hagamos en condiciones y sin confundir términos. No pretendo justificar nada sino dar a conocer por qué creo yo que ha salido todo esto. El mercado español ya era una auténtica basura antes de que llegara la piratería. Y si no, que se lo digan por ejemplo a Warner, por ejemplo, que editó El exorcista en DVD en formato snapcase con unas primeras líneas de díálogo en español latino. Con la llegada del DVD se nos prometieron extras, escenas multiángulo, ediciones especiales... ¿Dónde está todo eso? ¿Acaso merecía la pena pagar los 24 euros de "PVP recomendado" por productos deficientes en contenidos y progresivamente de peor calidad audiovisual? ¿Cuánto tiempo hemos esperado para ver Howard, un nuevo héroe en España? Al sector audiovisual le importamos nada. Todo son abusos e improperios, y todo es por culpa de los dichosos intermediarios. No me puedo creer que yo haya podido comprar en el extranjero ediciones de películas que aquí no se han visto ni en pintura por precios irrisorios y con envío gratuito. Evidentemente, si todos quieren chupar del frasco, el coste ha de ser mucho más elevado. Y en parte la culpa de ello, sí, es de los que pasan por el aro y sueltan el dinero para comprar ediciones que, legales o no, son deficientes en todo, tanto en contenidos como en presentación. Pero claro, ahí entra en juego la doble moral: ¿pago 30 euros por una edición cochambrosa pero legal y sigo alimentando un mercado abusivo para gafapastas adinerados (sí, eso existe) u 8 por una edición que, supuestamente, no tiene licencia y que muy de vez en cuando me ofrece más que una posible edición legal? Esta rama del mercado habría surgido por la demanda por parte del aficionado de películas que consideran fundamentales para su videoteca y que, existiendo edición en DVD o BluRay en otros países, aquí no habían llegado todavía.

Con todo,  me niego a creer que las autoridades no sepan qué está ocurriendo. Por tanto, todo lo que sale de un comercio legal debería considerarse legal a ojos del consumidor. Otra línea distinta, y de la que prometí que hablaría, es el hecho de que hasta hace bien poco la mayor parte de los estrenos de clásicos en formato de alta definición se hacían en soporte BD-R, lo que supuso el detonante reaccionario contra estas ediciones. Ahora bien, yo voy a preguntar: ¿Alguien cree que mucho del material al que se acusa de "pirata" se iba a estrenar en España? Lo dudo. En los tiempos del VHS es posible que un 75% del material al que me refiero sí viese la luz (y también había piratería en aquellos tiempos) porque se editaba prácticamente todo pero ahora, a día de hoy, día en el que ni el BluRay consigue progresar con cuatro títulos nuevos al mes y montones de reediciones de los mismos e insoportables blockbusters de siempre, es improbable. Sigamos pues echando la culpa por entero a los consumidores y depuremos responsabilidades de los otros culpables de esta situación, que no son sino aquellos que han querido forrarse haciendo que los costes se eleven hasta la estratosfera.


Y sigamos con nuestra demagogia, escuchando campanas sin saber dónde. Que cada uno compre lo que quiera comprar, mientras pueda y se lo permita la ley, yo no tengo por costumbre señalar a nadie y si bien es cierto que no me parece justo que se editen películas sin derechos tampoco me parece justo que se descargue nada de la red, a pesar de que el cine que a mí me interesa no supondría grandes pérdidas a la industria. Yo tengo la conciencia muy tranquila y muchas otras cosas que hacer que levantarme por la mañana y carcomerme con el mismo asunto a todas horas, ¿y los demás?

miércoles, 30 de marzo de 2016

¿Por qué el mundo no necesita pelearse por Superman?


Se me acumula el trabajo, señoras y señores. Se me acumula tanto que no sé ni cómo demonios organizarme. ¿Qué hago con mi vida? ¿Qué hago con el tiempo que tengo libre? ¿Y con el que tengo que ocupar? La verdad es que no tengo ni idea, así que he decidido escribir, otra vez... a ver si esto me da algo de marcha. Dado que, por desgracia, lo que mueve este farragoso mundillo de la escritura es la mera pirotecnia y los comentarios incendiarios, voy a caer en el amarillismo más exacerbado pero, cómo no, fiel a mis principios y sin faltar al respeto.

En el momento en el que escribo estas líneas aún no he visto la última y  muy esperada cinta de Zack Snyder, Batman v Superman: El amanecer de la justicia, aunque en unas horas voy a poner remedio a eso, acompañado de dos de mis amigos de referencia vital. Sin embargo, creo que, a pesar de no haber visto la película que está dividiendo, de nuevo, a crítica y aficionados, puedo hacer una serie de declaraciones con las que ir a saco. ¿Qué os parece la reacción de la crítica a la película? Yo no he leído nada a fondo porque realmente quiero evitar que me destripen la cinta, simplemente he leído algún que otro titular, y con eso he tenido suficiente. Sé que la película me va a gustar porque me encantó El hombre de acero, al igual que todo lo que ha hecho Zack Snyder con anterioridad. Ya me dejó alucinado con ese pedazo de obra maestra que es Amanecer de los muertos, y lo repitió con sus posteriores obras, a falta de ver una de ellas todavía. Lo que me lleva a afirmar que la crítica odia a Zazk Snyder, como odia el cine de género. Es un hecho constante que todo aquel que dice "adorar el cine" odia el género fantástico. Es una realidad tangible y perfectamente demostrable. Cuando tú conoces a alguien y te dice la trillada frase "me encanta el cine", ten por seguro que no vas a poder acompañarle a ver una película de género. Esa clase de personas no entienden lo que el fantástico representa en ninguna de sus vertientes. Son tan limitadas que si dices que te gusta la ciencia-ficción pensarán en marcianitos, si dices que te gusta el cine de terror te dirán que "no les gusta la sangre", etc., etc. Y seguramente si propones una película, aunque no tengan ni puta idea de qué trata, te dirán que es un rollo. Es así. Es real. Pues con la crítica oficial, la que gana dinero, la que vive de masacrar el trabajo ajeno, la que define (o quiere definir) el comportamiento del espectador, pasa lo mismo. Porque la crítica no es sino otro mecanismo de control de la sociedad. Quieren determinar lo que somos, lo que padecemos, lo que sentimos, lo que opinamos. Y ellos son incapaces de ver más allá de los cuatro títulos de referencia para todo cinéfilo de pro. Una cosa es opinar, y otra muy diferente es hacer lo que hace este colectivo. Aquí no sólo meto, evidentemente, a la crítica seria (repito, la que se llena los bolsillos gracias a su labor), ya sea de un lado del charco o del otro, sino a alguna que otra página que se basa en el puro desprestigio y en el mal periodismo cinematográfico, sentando cátedra y ofreciendo un simple manual de comportamiento. Cómo no, me refiero a sitios web como www.blogdecine.com, entre tantos otros. Ofrezco la posibilidad de entrar a visitar este curioso sitio en el que sus principales responsables llevan a cabo una maniobra de ataque sanguinario contra todo lo que consideren inaceptable rozando a veces (y cada vez más frecuentemente) lo enfermizo. Ojo, cada uno puede opinar lo que quiera, pero con criterio, por favor, y dejando un hueco a las opiniones contrarias.

A título ilustrativo, frases como estas son las que podemos encontrar en centenares de sitios porque lo que prima en este mundo en el que nos ha tocado vivir es lo negativo, lo malo, el ataque implacable: Supergirl es una catástrofe de película que ni siquiera sabe aprovechar los escasos elementos que podrían ayudar a elevar un poco el resultado final. Con todo, si eres un hijo de los ochenta y te marcó de pequeño quizá la recuerdes con cierto cariño, pero soy de la idea de que es más por los recuerdos que te trae que por sus auténticas virtudes, así que os recomiendo que siga así en vuestra memoria de ser el caso. Yo aún no la había visto y su nivel es el que es... Este texto viene de la mano de Mikel, uno de los habituales en el anteriormente citado blog. Y digo yo, ¿qué pasa si volvemos a disfrutar de la película hoy día? ¿Significa eso que no tenemos ni idea de cine? ¿No podemos retrotraernos a nuestra infancia y disfrutar como enanos con esta película simpática e ingenua? Parece ser que ellos no, porque están por encima de todos, y se permiten el lujo de dejarlo claro, haciendo recomendaciones que no debería seguir nadie con dos dedos de frente. Esa es la lástima... No estoy defendiendo Supergirl como una buena película, porque no lo es, ya que encierra fallos importantes. No obstante, eso no me impide poder disfrutar de ella, porque me resulta interesante, divertida, simpática y entrañable. Seré idiota. En cuanto a este planteamiento, el mero hecho de que me guste Superman IV, la nefasta última entrega de la saga protagonizada por el mejor Superman de todos los tiempos, Christopher Reeve y producida por la extinta Cannon, no me impide reconocer sus claros errores y su cutrerío de la propuesta, lastrada por el paupérrimo presupuesto y el afán racanero de sus productores. Pero tampoco niego que no sea molona y que sea puro cómic. Yo disfruto, no sufro con el cine, ni impido que los demás lo hagan. Puedo sufrir con Gran Hermano, Sálvame, Crepúsculo, pero me basta con no verlo. Ni tampoco entro en comparativas de cualquier reality-show de la telebasura de hoy día y el cine (sí, cine) de Michael Bay.

Este es el punto clave. Parece ser que el mero hecho de disfrutar BvS es suficiente para que se te tache de ignorante o fanboy. Montones de comentarios ofensivos y desagradables inundan Facebook y otras redes sociales estos días. ¿Por qué? Porque el ser humano es así, todos creemos que tenemos la verdad en nuestros labios. Y sí, tenemos nuestra verdad, pero no la verdad universal, porque ésta, como tal, no existe. Y tampoco hay un Manual de Vida, aunque desgraciadamente todos los medios se empeñan en que sí tiene que haberlo. Por eso todo son ataques bidireccionales, o más bien multidireccionales, ya que existe más de un frente en esta batalla campal en la que por desgracia se ha convertido el gusto por el cine. Y lo peor es que algo que debería ser un placer se ha trasladado al terreno del ataque gratuito y personal. Lo hemos llevado a una ladera de trascendencia. Nuestra vida no depende de lo que puedan decirse un puñado de superhéroes en trajecitos de colores, con mayor o menor sofisticación. Como tampoco puede depender de que nos tachen de borregos por disfrutar del Capitán América que Albert Pyun dirigió en 1990. Cada uno es libre de emplear su tiempo como quiera, y no por ello deja de saber más o menos o deja de ser más persona que otra.

Por eso, a las puertas de ver el enfrentamiento mastodóntico de las dos bestias pardas de DC, quiero que quede bien claro que yo, cuando entro a una sala de cine, es para disfrutar de lo que me cuenten sumergiéndome en mi propia burbuja personal. Y creo que tengo el suficiente bagaje cinematográfico para discernir por mi propia cuenta lo que puede ser malo o bueno, siempre desde mi humilde punto de vista. Humilde soy yo y humilde debería ser toda la critica oficial. Boyero no es una deidad. Ni Antonio Albert. Ni Jordi Costa. Ni Mikel Zorrilla. Ni Alberto Abuín. Sólo son personas, personas que deberían limitarse a emitir su opinión, no a querer condicionar al resto de la sociedad de lo que ellos creen que es lo correcto. No niego que sepan de cinematografía pero desde luego, con la excepción de Boyero en un 75% de las ocasiones, no tienen la más mínima idea de cómo exponer sus planteamientos sin caer en el mero resentimiento. Hay, señor Abuín, qué rabioso te veo siempre que leo tus líneas...

Como colofón, quiero invitar a todos aquellos usuarios de las redes sociales que dejen de actuar como seres faltos de afecto destrozando películas y series a golpe de spoiler en los diferentes grupos de aficionados. Seres de estos los hay a patadas... Y agotan.


Buen día.