El artículo que vengo a comentar
esta mañana es uno escrito por Luigi Landeira y publicado en El País el 18 de
noviembre de 2016. Textualmente, el artículo comienza así: Cuando el crítico de arte Roland Penrose le preguntó a Picasso qué
opinaba de la distinción entre erotismo y pornografía, éste le contestó: “Ah,
¿es que hay alguna diferencia?”. Y es que las fronteras entre ambos géneros son
tan difusas que muchas veces llevan al espectador a confundirse.
Con esta vaga premisa, el autor
se permite el lujo de soltarnos a continuación un discurso moralista
pésimamente disimulado en el que comete el terrible pecado de confundir churras
con merinas, englobando un buen puñado de títulos de alta carga erótica en el
género pornográfico sin orden ni concierto alguno. Señor mío, si usted se va al
Diccionario de la lengua española, verá que el término pornografía se
refiere a:
1. f. Presentación abierta y cruda del sexo que busca producir
excitación.
2. f. Espectáculo, texto o producto audiovisual que utiliza la
pornografía. Prohibieron la venta de pornografía en los quioscos.
Que yo sepa, por mucha carga
sexual que tengan cualquiera de las películas presentadas en este listado,
ninguna puede compararse, a excepción quizás de Calígula y Nymphomaniac, a títulos como Millionaire, Orgy at the Villa, Cleopatra, DownWard Spiral, Barcelona
Sex Secrets, The Whore of Wall Street, y un largo etc. que sí pueden entrar
en la categoría de pornográficos. Por ende, y esto es una recomendación
personal que usted puede seguir o no, tenga claro el concepto de algo que
quiera presentar en un artículo, aunque con
él tan sólo busque la polémica gratuita. Eso sí, veo que aquí también se
confunden términos, ya que no pocos de los títulos mostrados provocan sonrojo
más que excitación.
He de aclarar que para mí esto no
es un artículo de opinión, ni siquiera entra en la categoría de "opinión
personal válida" porque no se apoya en hechos fehacientes y demostrables.
No me sirve como tal. Creo que a la hora de tocar un tema tan sensible como el
de la pornografía, hay que ser más riguroso y no ir de mojigato, cosa que me parece curiosa en un diario
supuestamente de izquierdas, aunque visto lo visto tampoco me sorprende tanto a
estas alturas. Es más, poco puedo esperar ya de un diario que lleva más de
treinta años atacando salvajemente el
cine de género y cometiendo contra él toda una campaña de desprestigio. No
hay más que darse un paseo por su hemeroteca para encontrar críticas (es un
decir) de su cambiante plantilla cargadas
de odio, mojigatería y propaganda de adoctrinamiento. Si quieren sacamos a
relucir el retrógrado artículo que publicaron en 1985 en referencia a la
segunda entrega de Rambo ("Rambo',
una forma peligrosa de hacer dinero), a ver si eso puede ser considerado
como buen periodismo...
Aunque, claro, ante el panorama
que tenemos en el cual se aprovechan los medios de gran difusión para moldear
el cerebro de las grandes masas, no me extraña nada que escritos de este
calibre vean la luz, como tampoco me sorprende que se confundan términos hasta
el punto de condicionar qué títulos van destinados a salas comerciales. En este
sentido, Saw VI tuvo mil y un
problemas para ser estrenada, cosa que logró un año después, tras haber
recibido una absurda calificación X. Sin embargo, Anticristo, de Lars Von Trier, y además comentada en el artículo que
ha dado pie a todo este discurso que he soltado, pudo verse sin problemas a
pesar de contener escenas gráficas como una penetración o mutilaciones
genitales en primer plano. Absurdo.
Ahora bien, en resumidas cuentas
mi consejo es que este señor se siente en su sofá a ver una película pornográfica de verdad, cualquiera
de las que yo he citado anteriormente le podría servir. Porque el porno, a
pesar de ser algo sano y divertido si se consume con moderación, es aquel en el
que se ven de forma explícita todo tipo de prácticas sexuales (repasemos la
definición del principio del artículo). Puede que sea más o menos extremo, y
puede gustar o no, al igual que ocurre por ejemplo con el cine de terror. Pero, ¿meter en el saco del porno todos estos
títulos? Directamente, se nos está llamando idiotas en nuestra cara, tal cual.
Por tanto, me enfada bastante el hecho de que este tipo de artículos
difamatorios y llenos de corrección política vean la luz. Vea porno, señor, y
disfrute sin prejuicios, aunque visto lo visto, con la pretendida lección de
cine que ha querido darnos, queda claro que le falta más de un hervor.
Podéis leer el artículo original
pinchando en el siguiente enlace: