lunes, 28 de mayo de 2018

Cuando nos alegramos de la "desgracia" ajena


Cuando nos alegramos de la "desgracia" ajena

¿Gente alegrándose por el hecho de que una película se la pegue en taquilla? Es algo que está pasando. En una época en la que la corrupción política campa a sus anchas, los trabajos son cada vez más precarios, la suciedad nos invade en cada metro que pisamos y la educación desciende a niveles que superan con creces los límites de lo tolerable, parece ser que algunos individuos prefieren alegrarse ante el batacazo comercial de determinado tipo de películas sin importarles absolutamente nada más. En este grupo de cabrones (lo siento, no se me ocurre otro calificativo) encontraremos al gafapaster de pro, ese ser indeseable que cree que el cine únicamente es arte y que en absoluto puede estar pensado para ganar dinero. Que me expliquen entonces de qué coño quiere vivir el artista. También encontraremos al frustrado eterno adolescente (da igual la edad que tenga que su forma de pensar siempre será la de un púber o prepúber) al que le faltan uno, dos, tres, cuatro hervores, ese individuo pedante que puede o no haber estudiado carrera universitaria y que siempre ha de creerse en posesión de la verdad absoluta en cualquier tema de conversación. Da igual que hables de política, de música, de literatura, de cine... él/ella siempre ha de creer que está en lo cierto, y no da pie a ningún tipo de debate ni intercambio de información u opinión. Para este tipo de ser tú no tienes ni puta jodida idea. Este segundo grupo es más complejo que el gafapaster porque se antoja mucho más inestable, es decir, puede pregonar que le encanta el cine pero nunca le oirás hablar bien de una película. Si tú dices que tal o cual película es buena, hará lo posible por intentar cambiar tu opinión, te insistirá en que es una mierda y al cabo del tiempo extenderá el calificativo de mierda a todos tus gustos. Por el contrario, si a ti una película te parece horrorosa, a él le parecerá lo contrario. Y además usará expresiones del tipo "Sí, claro...", "Vaya mierdas ves..." o "Es que no tienes ni idea" o "Yo a eso no me acerco ni con un palo". Es decir, respeto cero. Por supuesto, no debemos confundir términos y hay que saber diferenciar si estas expresiones nos las dicen en tono jocoso o no, pues todos las hemos empleado alguna vez en un contexto amigable.

Volviendo a lo que comentaba al principio, el nivel de odio que se alcanza en esta sociedad y que se expande a los campos más intrascendentes, les lleva a algunos seres a alegrarse porque, por ejemplo, el último título de la saga galáctica por antonomasia, Han Solo: Una historia de Star Wars (Ron Howard, 2018), no haya funcionado del todo en taquilla. Aquí incluyo por supuesto la campaña de odio ejercida por determinados seres en la red social Twitter. No pueden darse cuenta del ridículo que hacen y llegan a atacar al biempensante de una forma que en ocasiones invita a abandonar dicha red social y no volver jamás. Su ataque es gratuito, forzado y emana un horrible tufo a gafapastismo recalcitrante.

Ahora propongo un razonamiento: Imagínense que en su día a día alguien les dice que su trabajo es una soberana mierda, que no valen para nada y que mejor se dediquen a otra cosa. ¿Jodido, eh? ¿Quién le da derecho a la gente, incluidos los indeseables críticos cinematográficos, a poner en tela de juicio la labor que hacen los demás para ganarse su dinero? Muchos se saldrán por la tangente y replicarán a este razonamiento diciendo que los grandes estudios son mafias y que no les hace falta el dinero y tal... Bien, por poner un ejemplo, si no estás de acuerdo con las grandes empresas, no compres en centros comerciales. Es así de sencillo, limítate al pequeño comercio. Todos, incluso el artista independiente, necesita comer, y para comer hace falta dinero. Si no hay dinero, no hay comida. Evidentemente, es muy bonito pensar así cuando tienes la vida resuelta, cuando vas gratis a todos los preestrenos habidos y por haber y vives a costa del dinero que mamá y papá tienen en cantidades industriales. Así, yo también. Hace ya tiempo una señorita acomodada me decía que no hacía falta dinero para vivir, que mucha gente así lo hacía. Evidentemente, cuando papá médico te paga el smartphone más caro, los mejores viajes, el piso, el alcohol, la ropa de Abercrombie y la universidad pública o privada, la forma de pensar igual se moldea un poco.

¿Qué pasa si en la empresa en la que usted trabaja empieza a haber problemas económicos y despiden a media plantilla? Si yo me alegro de semejante desgracia alguno puede sentirse ofendido, ¿verdad? En teoría, esta sería la respuesta más lógica por alguien que tenga un mínimo de empatía. Pues piensen ustedes en esto la próxima vez que le deseen el mal a una película. Detrás de un film hay mucha gente trabajando pero, claro, somos tan limitados que eso no lo entendemos, o no queremos entenderlo.

Este es un ejemplo más de lo podrida que está la sociedad actual y de cómo las redes sociales mal empleadas son un germen a erradicar, un mal que cada día crece más y más de manera exponencial infectando los cimientos de una sociedad basada en el respeto y cada vez más utópica. Da igual a cuántos nos llevemos por delante, el cine es un arte, ¿no?

Por @The_Pey_2_0

viernes, 4 de mayo de 2018

De la filmoteca al videoclub: La corriente hater que envenena las redes sociales


De la filmoteca al videoclub: La corriente hater que envenena las redes sociales

Como cada vez que digo que voy a escribir un artículo en forma de ataque a cierto colectivo se me pasa el enfado a los pocos minutos, siempre dejo la tarea pendiente. Ahora bien, en el momento de escribir estas líneas estoy bastante calentito, por lo que voy a aprovechar seriamente para dejar clara mi forma de pensar en cuanto a un tema que está cabreando a muchos en las redes, y con no poca razón. Siempre hemos tenido que soportar la intransigencia de los demás cuando disfrutábamos con alguna afición, siempre, ya fuese por parte de un familiar o alguien que se hacía llamar amigo/a. Siempre hemos tenido cerca al típico compañero de instituto, universidad o trabajo que te ha estado increpando para saltar en defensa de tu libro, cómic, grupo de música o película favoritos. El mundo siempre ha sido de los listillos, siempre ha estado gobernado por los fascistas y, en cuanto a tendencias artísticas, ocurre exactamente lo mismo que en política. Antes podías pasar más o menos de las opiniones tóxicas (o más bien juicios tóxicos), ya que las vías de comunicación eran más limitadas, y el haterismo menos evidente. A día de hoy, esto no es así, y tenemos toda una corriente de veinteañeros que pretenden imponer su criterio menospreciando, insultando, faltando al respeto y entregando un carnet de cinéfilo a todo aquel que sólo consuma el cine de Lars Von Trier, David Lynch, Godard y un largo etc. de directores que parece han de eclipsar a todos los demás. Y así nos va, señoras y señores, así nos va. No por el hecho de cuestionar el trabajo de esos directores, sino porque el cine es un todo, y no hay que abstraerse a un tipo determinado, ni menospreciar lo que no nos guste. Por no gustarte determinado tipo de cine no dejas de ser una persona que se merezca respeto. Y por desgracia las redes sociales han contribuido a que ese respeto que todos nos merecemos como seres humanos se pierda por completo.

Por ejemplo, en la red social Twitter. Basta que un compañero suba a la red una fotografía de sus últimas compras para que algún subnormal entre al trapo intentando dinamitar el hilo con comentarios del estilo de "tal o cual película es una basura". ¿Por qué hemos de soportar algo así? ¿Qué gana un/a intransigente con ese tipo de comportamiento? Yo opino que absolutamente nada más que generar odio y aversión. Es más, muchos de estos "valientes" se escudan en que se sientan ante un ordenador a cometer sus tropelías. No me sirve de nada que en persona sean "adorables" o "unas personas estupendas", lo que cuenta es lo que escriben en la red. Es por todas estas razones por las que no entiendo el comportamiento de estos seres, que viven más preocupados de que en su ciudad no se estrene tal o cual película de autor en vez de luchar por los derechos fundamentales de toda persona. No es cuestión de mezclar conceptos, es que realmente no puedo comprender que haya gente tan obsesionada con el supuesto séptimo arte como para ir dando lecciones a los demás sobre lo que sí es cine o lo que no. De hecho, es tal la anormalidad y deficiencia mental (o más bien falta de madurez) de estas personas que algunos usuarios se han llegado a crear cuentas secundarias para atacar a aquellos espectadores que entienden el cine como una mera vía de escape de la realidad, dejando sus pretensiones artísticas a un lado para centrarse exclusivamente en el espectáculo sin concesiones. No hay nada de malo en ello, pero para esta gentuza parece ser que sí. Manipulan, atacan, insultan sin pudor, hacen comentarios que rozan la ilegalidad haciendo una apología del odio que en ocasiones podría ofender al más sensible... una auténtica pena. Y las redes lo consienten, porque sus normas son un tanto laxas y siempre tienen un doble rasero a la hora de juzgar. No es libertad de expresión, es apología del puterío, la mala baba y el desprecio más vergonzante a todo aquello que no se mueva según sus cánones preestablecidos.

De todos modos, y resumiendo, vamos a pensar detenidamente en la situación real: Lo que pueda o no escribir un puñado de mongoloides acerca de nosotros nos debería importar un comino porque son sólo palabras dichas por gente a la que le falta un hervor. No nos hemos detenido a pensar en qué clase de individuos son, ¿verdad? La mayoría son universitarios con aires de superioridad, la figura que está fomentando el gobierno de la derecha. Sólo por el hecho de estudiar una carrera, o simplemente por aparentar que la estudian, ya se autoproclaman eminencias y desprecian sin medida a todos aquellos que no se aproximen ni siquiera medianamente a sus estándares de vida. Esta nueva juventud ha olvidado completamente lo que es la humildad, o posiblemente nunca haya llegado a aprender lo que es. El problema principal es que han encontrado en las redes sociales, sobre todo Twitter, una manera de intentar llegar a los demás pretendiendo imponer su ideología fascista (con unos planteamientos prácticamente nazis). Gracias a las redes, les hemos podido leer barbaridades auténticas, siendo una que me causó especial turbación la referida a la muerte de un espectador en la India mientras asistía a un pase de Vengadores: Infinity War. El usuario de Twitter, al que no mencionaré salvo para indicar que posiblemente sea el cabecilla de toda esta corriente de desgraciados, acusaba directamente a las majors cinematográficas de haber provocado la muerte del espectador, de poco más de 40 años. Ver para creer. Ese es uno de esos momentos en los que te das cuenta de que estamos perdiendo la poca cordura que nos quedaba. Hacer afirmaciones semejantes, acusando de dar muerte a una persona mediante una película, es síntoma de que este grupo de personas están en fase de putrefacción de su alma si es que la tuvieron alguna vez... o que directamente les falta una alta dosis de educación. Porque precisamente, respetar lo ajeno es tener educación. No me sirve de nada que tengas un montón de libros en tu casa, ya sean cómic, ensayo, novela o poesía, eso no te hace más educado. Educado te hace el saber respetar y el saber tolerar. Lo contrario te hace un ignorante, por mucha carrera o estudios que puedas tener. No va relacionado lo uno con lo otro.

Como ya he dicho, muchos de estos seres no son más que amagos de persona a los que les faltaría vivir, en caso de compartir el modo de vida yanki, en el sótano de la casa de sus padres. A este prototipo de persona, al estilo de Magnolia Fan, no le salió muy bien su delirio hater, tal como pudimos comprobar en esa genialidad de Kevin Smith, Jay y Bob el Silencioso contraatacan. Supongo que si sus padres echasen un vistazo a sus actividades tuiteras les soltarían un mandoble en caso de tener cierto nivel de raciocinio. Igual es lo que siempre les hizo falta, el bofetón que nadie les dio cuando eran pequeñitos, aparte de unas cuantas dosis de educación sobre lo que supone respetar e intentar comprender lo que para ellos se sale de la norma. Porque son de una limitación mental tan abrumadora que hasta confunden los conceptos que ellos mismos dicen manejar y haber estudiado. Volviendo de nuevo a Vengadores: Infinity War, estamos ante el blockbuster de turno, aunque esta vez se haya salido de la norma siendo una película excelente que se sitúa por encima de lo que supone un producto de semejantes características. La corriente del momento supone poner a parir, no sólo la película, sino a quienes han ido a verla con toda la ilusión del mundo. El hecho de disfrutar del buen cine de ciencia-ficción y cómic, que es lo que representa para mí esa película, le da plena potestad a este colectivo para poner en tela de juicio la condición cinéfila del espectador. ¿Bonito, verdad? Pues este es el pan nuestro de cada día... y no me da la jodida gana tener que soportarlo más.

La conclusión final que sacaremos de todo esto es que a esta gente no hay que tomarle en serio, simplemente hacerle el vacío más absoluto, aunque no sin antes recordar que todo lo que hacemos en las redes deja huella. Ignorémosles, seamos felices y transmitamos el mensaje que nos dejó la enorme obra maestra American History X: "El odio es un lastre, la vida es demasiado corta para estar siempre cabreado.” Tal vez esta frase consiga cambiar la mentalidad de muchos y les haga madurar. Porque, como he apuntado, esto no es sólo un problema de educación, es también un problema de falta de madurez. Quizás en algún momento de su vida esta gente se percate de que el crear una cuenta para molestar o pretender imponer un pensamiento termina por resultar ridículo, sin más.

Buena suerte en la vida, ya que con esa falta de valores lo vais a tener complicado.

Por @The_Pey_2_0