De la filmoteca al videoclub: La
corriente hater que envenena las redes sociales
Como cada vez que digo que voy a
escribir un artículo en forma de ataque a cierto colectivo se me pasa el enfado
a los pocos minutos, siempre dejo la tarea pendiente. Ahora bien, en el momento
de escribir estas líneas estoy bastante calentito, por lo que voy a aprovechar
seriamente para dejar clara mi forma de pensar en cuanto a un tema que está
cabreando a muchos en las redes, y con no poca razón. Siempre hemos tenido que
soportar la intransigencia de los demás cuando disfrutábamos con alguna
afición, siempre, ya fuese por parte de un familiar o alguien que se hacía
llamar amigo/a. Siempre hemos tenido cerca al típico compañero de instituto,
universidad o trabajo que te ha estado increpando para saltar en defensa de tu
libro, cómic, grupo de música o película favoritos. El mundo siempre ha sido de
los listillos, siempre ha estado gobernado por los fascistas y, en cuanto a
tendencias artísticas, ocurre exactamente lo mismo que en política. Antes
podías pasar más o menos de las opiniones tóxicas (o más bien juicios tóxicos),
ya que las vías de comunicación eran más limitadas, y el haterismo menos evidente. A día de hoy, esto no es así, y tenemos toda una corriente de veinteañeros que pretenden
imponer su criterio menospreciando, insultando, faltando al respeto y
entregando un carnet de cinéfilo a todo aquel que sólo consuma el cine de
Lars Von Trier, David Lynch, Godard y un largo etc. de directores que parece
han de eclipsar a todos los demás. Y así nos va, señoras y señores, así nos va.
No por el hecho de cuestionar el trabajo de esos directores, sino porque el cine es un todo, y no hay que
abstraerse a un tipo determinado, ni menospreciar lo que no nos guste. Por no
gustarte determinado tipo de cine no dejas de ser una persona que se merezca respeto. Y por desgracia las redes
sociales han contribuido a que ese respeto que todos nos merecemos como seres
humanos se pierda por completo.
Por ejemplo, en la red social Twitter. Basta que un compañero suba a
la red una fotografía de sus últimas compras para que algún subnormal entre al
trapo intentando dinamitar el hilo con comentarios del estilo de "tal o
cual película es una basura". ¿Por qué hemos de soportar algo así? ¿Qué
gana un/a intransigente con ese tipo de comportamiento? Yo opino que
absolutamente nada más que generar odio y aversión. Es más, muchos de estos
"valientes" se escudan en que se sientan ante un ordenador a cometer
sus tropelías. No me sirve de nada que en persona sean "adorables" o
"unas personas estupendas", lo que cuenta es lo que escriben en la
red. Es por todas estas razones por las que no entiendo el comportamiento de
estos seres, que viven más preocupados de que en su ciudad no se estrene tal o
cual película de autor en vez de luchar por los derechos fundamentales de toda
persona. No es cuestión de mezclar conceptos, es que realmente no puedo
comprender que haya gente tan obsesionada con el supuesto séptimo arte como
para ir dando lecciones a los demás sobre lo que sí es cine o lo que no. De
hecho, es tal la anormalidad y deficiencia mental (o más bien falta de madurez)
de estas personas que algunos usuarios se han llegado a crear cuentas
secundarias para atacar a aquellos espectadores que entienden el cine como una
mera vía de escape de la realidad, dejando sus pretensiones artísticas a un
lado para centrarse exclusivamente en el espectáculo sin concesiones. No hay
nada de malo en ello, pero para esta gentuza parece ser que sí. Manipulan,
atacan, insultan sin pudor, hacen comentarios que rozan la ilegalidad haciendo
una apología del odio que en ocasiones podría ofender al más sensible... una
auténtica pena. Y las redes lo consienten, porque sus normas son un tanto laxas
y siempre tienen un doble rasero a la hora de juzgar. No es libertad de
expresión, es apología del puterío, la mala baba y el desprecio más vergonzante
a todo aquello que no se mueva según sus cánones preestablecidos.
De todos modos, y resumiendo,
vamos a pensar detenidamente en la situación real: Lo que pueda o no escribir
un puñado de mongoloides acerca de nosotros nos debería importar un comino porque son sólo palabras dichas por gente a
la que le falta un hervor. No nos hemos detenido a pensar en qué clase de
individuos son, ¿verdad? La mayoría son universitarios
con aires de superioridad, la figura que está fomentando el gobierno de la
derecha. Sólo por el hecho de estudiar una carrera, o simplemente por
aparentar que la estudian, ya se autoproclaman eminencias y desprecian sin
medida a todos aquellos que no se aproximen ni siquiera medianamente a sus
estándares de vida. Esta nueva juventud ha olvidado completamente lo que es la
humildad, o posiblemente nunca haya llegado a aprender lo que es. El problema
principal es que han encontrado en las redes sociales, sobre todo Twitter, una manera de intentar llegar a
los demás pretendiendo imponer su ideología
fascista (con unos planteamientos prácticamente nazis). Gracias a las
redes, les hemos podido leer barbaridades auténticas, siendo una que me causó
especial turbación la referida a la muerte de un espectador en la India
mientras asistía a un pase de Vengadores:
Infinity War. El usuario de Twitter,
al que no mencionaré salvo para indicar que posiblemente sea el cabecilla de
toda esta corriente de desgraciados, acusaba directamente a las majors cinematográficas de haber
provocado la muerte del espectador, de poco más de 40 años. Ver para creer. Ese
es uno de esos momentos en los que te das cuenta de que estamos perdiendo la poca cordura que nos quedaba. Hacer
afirmaciones semejantes, acusando de dar muerte a una persona mediante una
película, es síntoma de que este grupo de personas están en fase de
putrefacción de su alma si es que la tuvieron alguna vez... o que directamente
les falta una alta dosis de educación. Porque precisamente, respetar lo ajeno es tener educación.
No me sirve de nada que tengas un montón de libros en tu casa, ya sean cómic, ensayo,
novela o poesía, eso no te hace más educado. Educado te hace el saber respetar
y el saber tolerar. Lo contrario te hace un ignorante, por mucha carrera o
estudios que puedas tener. No va relacionado lo uno con lo otro.
Como ya he dicho, muchos de estos
seres no son más que amagos de persona a los que les faltaría vivir, en caso de
compartir el modo de vida yanki, en
el sótano de la casa de sus padres. A este prototipo de persona, al estilo de Magnolia Fan, no le salió muy bien su delirio hater, tal como pudimos comprobar
en esa genialidad de Kevin Smith, Jay y
Bob el Silencioso contraatacan. Supongo que si sus padres echasen un
vistazo a sus actividades tuiteras
les soltarían un mandoble en caso de tener cierto nivel de raciocinio. Igual es
lo que siempre les hizo falta, el
bofetón que nadie les dio cuando eran pequeñitos, aparte de unas cuantas
dosis de educación sobre lo que supone respetar e intentar comprender lo que
para ellos se sale de la norma. Porque son de una limitación mental tan
abrumadora que hasta confunden los conceptos que ellos mismos dicen manejar y
haber estudiado. Volviendo de nuevo a Vengadores:
Infinity War, estamos ante el blockbuster
de turno, aunque esta vez se haya salido de la norma siendo una película
excelente que se sitúa por encima de lo que supone un producto de semejantes
características. La corriente del momento supone poner a parir, no sólo la
película, sino a quienes han ido a verla con toda la ilusión del mundo. El
hecho de disfrutar del buen cine de ciencia-ficción y cómic, que es lo que
representa para mí esa película, le da plena potestad a este colectivo para
poner en tela de juicio la condición cinéfila del espectador. ¿Bonito, verdad?
Pues este es el pan nuestro de cada día... y no me da la jodida gana tener que
soportarlo más.
La conclusión final que sacaremos
de todo esto es que a esta gente no hay que tomarle en serio, simplemente
hacerle el vacío más absoluto, aunque no sin antes recordar que todo lo que
hacemos en las redes deja huella. Ignorémosles, seamos felices y transmitamos el
mensaje que nos dejó la enorme obra maestra American
History X: "El odio es un
lastre, la vida es demasiado corta para estar siempre cabreado.” Tal vez
esta frase consiga cambiar la mentalidad de muchos y les haga madurar. Porque,
como he apuntado, esto no es sólo un problema de educación, es también un
problema de falta de madurez. Quizás en algún momento de su vida esta gente se
percate de que el crear una cuenta para molestar o pretender imponer un
pensamiento termina por resultar ridículo, sin más.
Buena suerte en la vida, ya que
con esa falta de valores lo vais a tener complicado.
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