Llega un momento en el que, dadas
sus circunstancias personales, uno decide ocupar parte de su tiempo
intentando hacer algo nuevo. Dejé de escribir desde hace ya una larga
temporada. La principal razón fue el agotamiento laboral, aunque también
influyó la falta de reconocimiento, la falta de recompensa y el no poder opinar
sin que viniese algún cretino a tocarte la moral. Tampoco creía en el valor de
la crítica, o mejor dicho, de esa práctica que consiste en poner a parir el trabajo
ajeno. Porque eso es lo que ocurre a día de hoy en infinidad de blogs dedicados
a esto de las críticas cinematográficas. No eres cool si no pones a parir de mala manera el trabajo de los demás. Es
muy cómodo sentarse delante de un ordenador o ponerse a ver una película para
tocar los cojones cuestionando el esfuerzo que los demás han hecho para ponerte
su trabajo delante de las narices. Aunque ese trabajo esté pensado sólo para
ganar pasta. Detrás de ese producto que tú criticas sin pudor hay un grupo de
personas que tienen que comer. Comer, comemos todos. Cagar también. Y si no
comes porque no tienes dinero para pagarte la comida, no cagarás. Ojalá fuese
esa la única mierda que hay en el mundo, pero no es así. Entras en cualquier
red social, en cualquier blog de tres al cuarto, y te encuentras inmundicia,
basura vomitada sobre el arte que debería hacernos gozar a todos. Y no.
He aquí mi declaración de
principios. Me importa muy poco que se me critique, ataque o cuestione por
defender cintas como la última trilogía de Star Wars o la enésima entrega de
acción por acción. Si encuentro valores positivos en esas películas, los
resaltaré. ¿Eso quiere decir que voy a hablar "bien" de todo lo que
vea? Por supuesto, porque no es lo mismo hablar bien de algo que el hecho de
que no te haya gustado. No es difícil de entender.
Podéis llamarme Pey, he vuelto, y
voy a por todas, os guste o no.
Ah, me podéis encontrar en Twitter: @The_Pey_2_0
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